Finalmente tras una larga disputa, varios documentos, entre manuscritos y dibujos, del escritor checo han salido a la luz tras más de cincuenta años de permanecer custodiados en las cajas fuertes del banco suizo UBS en Zúrich. El enfrentamiento judicial que lo motivó es el que protagonizan sus herederas y el estado de Israel. Las cajas fuertes se abrieron ayer lunes, en pleno litigio para dirimir quién debe heredar los documentos de Franz Kafka, si las autoridades israelíes o las herederas designadas a partir de las decisiones de Max Brod, el autor y amigo quien a pesar de que Kafka le pidiera destruir todos sus manuscritos antes de morir en 1924, no cumplió su deseo, gracias a lo cual hemos conocido obras como El proceso, Amerika, y El castillo.
Brod se llevó esos originales a Israel en 1939, huyendo del nazismo. Posteriormente, Brod legó estos documentos a su secretaria, Esther Hoffe, quien a su muerte, los dejó en posesión de sus hijas. Éstas iniciaron hace tres años un proceso judicial para que las autoridades israelíes confirmaran la validez de la herencia; sin embargo, el Estado, que custodió hasta ayer parte de los documentos en dos bancos de Tel Aviv, se considera legítimo heredero de la obra alegando que se sacaron del país de forma clandestina.
Después de más de cincuenta años en el encierro, los maniscritos de Kafka fueron sacados ayer en dos operaciones casi simultáneas en un banco de Zúrich y las dos entidades de Tel Aviv por orden de un tribunal de Israel. Pero ya se prevé que más que la conclusión, este solo será un nuevo capítulo en este proceso. Tan burocrático como kafkiano.
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